Dicen que en el corazón de la Ciudad Condal, a escasos dos minutos del hervidero de almas y raíles que es la estación de Sants, cruce universal de caminos, donde miles de almas parten hacia destinos lejanos, algunos con maletas y otros con prisas, se encuentra un lugar singular donde el tiempo se detiene y el café sabe a hogar
Volcán Dorado.
Algunos de los que han pasado por allí cuentan que es como entrar en el salón de casa. El secreto, sin embargo, no está sólo en el café, quien cruza se encuentra con una familia, tres hermanos, que más bien parecen anfitriones de un cuento. Ríen contigo, te escuchan, te sirven, te recogen. El ambiente es tan cálido que uno puede olvidar que está de paso.