Donde el tiempo se detiene y la carretera empieza
Algunos de los que han pasado por allí cuentan que es como entrar en el salón de casa. El secreto, sin embargo, no está sólo en el café, quien cruza se encuentra con una familia, tres hermanos, que más bien parecen anfitriones de un cuento. Ríen contigo, te escuchan, te sirven, te recogen. El ambiente es tan cálido que uno puede olvidar que está de paso.
Y fue precisamente ahí, entre tazas humeantes, conversaciones flotando como aroma tostado y el murmullo de un Barcelona que no descansa… donde el destino me presentó a tres valientes… o tres locos, decidan ustedes, nobles lectores.
Vestidos de armadura textil, con cascos relucientes (*) y chalecos personalizados que los anuncian como caballeros de ruta, me confesaron su empresa: viajar a lomos de sus motos, una de ellas es una noble 125cc, de Barcelona a Cádiz siguiendo la legendaria senda N-340, una travesía de cientos de leguas, sin aire acondicionado ni piedad del sol.
Sí, en plena ola de calor (**), cuando el aire abrasa y hasta las piedras buscan sombra y sin la certeza de dónde dormir, estos jinetes de asfalto decidieron desafiar la calzada ardiente. A golpe de kilómetros y litros de agua, avanzan con coraje porque saben que las grandes gestas nunca se libraron en cómodas carreteras de autopista.
Y aunque el sol los somete a pruebas dignas de Hércules, desafiando las máximas del termómetro y las mínimas del sentido común, sé de buena fuente que hoy han alcanzado la ciudad de Murcia, sanos y salvos, con la determinación intacta y un montón de anécdotas que, sin duda, con bebida en mano y polvo en las botas contarán al que quiera escuchar.
Su viaje continúa. Seguirán enfrentándose a kilómetros interminables y al calor. Ese enemigo invisible que derrite la cordura y las suelas. Seguirán, firmes, cabalgando sobre asfalto ardiente, escribiendo su propia odisea moderna con cada repostaje y cada curva.
Y ustedes, si desean saber más, pueden seguir sus gestas en su cuenta de Instagram: @kms_sobre_ruedas Donde cuentan cada capítulo de esta aventura de sudor, gasolina y risas.
Por mi parte, sólo me queda desearles buena fortuna, vientos favorables, gasolina barata, historias que contar y que los dioses del asfalto protejan sus monturas de hierro.
(*) La seguridad es lo primero, por corto que sea el viaje hay que ir bien equipados.
(**) Lo malo de ser adulto y que te obliguen a cogerte las vacaciones en agosto.

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