Crónica del sexto día: cuando viajar es tropezar
📓 Diario de Bitácora
Día 6 – 08:47 AM
Alguna gasolinera de Almería📍36.807213, -2.609503
Despertar hoy ha sido como salir de un sueño con la manta pegada al cuerpo: pesado y lento. El calor, sofocante y húmedo, nos emboscó a las 7:20 antes de que el sol trepara por el horizonte. Días como hoy uno se pregunta si no habría sido mejor seguir durmiendo, huir bajo las sábanas.
Partimos de Roquetas rumbo a la vieja N-340, pero antes, el ritual del repostaje. Quizás influido por el madrugón, la falta de desayuno, o el sudor abrasador que desbordaba la piel, mi padre confundió diésel con gasolina. Y allí nos vimos: el depósito convertido en una trampa, la parada en falso, el tiempo derramado entre tuberías. Tocaba vaciar, volver a llenar, respirar hondo y aceptar que la aventura nunca requiere prisa.
📍36°48'11.1"N 2°38'03.6"W
Nos refugiamos en Néstor Café, un oasis improbable entre puertas cerradas de bares aún dormidos. Dentro, las servilletas y los azucarillos intentan recordarle al viajero que la vida es demasiada corta para perder la sonrisa. Intento aferrarme a esa consigna, respiro profundo, dejando que el café haga su magia.
Seguimos sin saber si llegaremos a nuestro destino, pero estamos en marcha, y eso ya es bastante.
Mientras escribo estas líneas el viento afuera silba como un presagio.
📍36.735145, -3.685042
Con las fuerzas algo repuestas atravesamos el artificial del mar de plástico, un océano blanco que se extiende hasta perderse en el horizonte, como si la tierra hubiese tejido telarañas de reflejos. Dejamos atrás la Alcazaba, último suspiro de Almería, y entramos en Granada.
Pero los dioses del viaje no descansan: la visera del casco de mi padre se suelta en plena ruta. Improvisamos con esparadrapo, pegándola al lateral. Seguimos, más tercos que valientes.
A la altura del faro de Sacratif de nuevo desaparece mi padre del retrovisor: segundos que se alargan como cuchillos, minutos de nervios hasta que su voz irrumpe en el intercomunicador. Ha retrocedido en busca de sus guantes, arrancados por el viento. El cuerpo nos pide tregua, desgastados por los elementos, decidimos plantar bandera en Almuñécar, rendidos pero firmes. El viento sopla con violencia de poniente, y cada racha nos recuerda que hoy no mandamos nosotros. Ahora nos hallamos en el Mesón Herrera: comida honesta, trato cálido. Anotamos mentalmente volver.
📍36.730895, -3.694986
La tarde nos conduce al Peñón de San Cristóbal y al majestuoso Castillo de San Miguel. Desde allí, el viento ya es un rugido. En la playa, la bandera roja ondea con orgullo: nada de baños hoy. Sólo nos queda observar el furor del mar. La jornada termina en la penumbra de una habitación de hostal. El cansancio nos arrastra, pero también la certeza de haber sobrevivido al sexto capítulo de este viaje.
📓 Diario de Bitácora
Día 6 – 11:21 AM
Las Cabañuelas, Almería📍36°48'11.1"N 2°38'03.6"W
Nos refugiamos en Néstor Café, un oasis improbable entre puertas cerradas de bares aún dormidos. Dentro, las servilletas y los azucarillos intentan recordarle al viajero que la vida es demasiada corta para perder la sonrisa. Intento aferrarme a esa consigna, respiro profundo, dejando que el café haga su magia.
Seguimos sin saber si llegaremos a nuestro destino, pero estamos en marcha, y eso ya es bastante.
Mientras escribo estas líneas el viento afuera silba como un presagio.
📓 Diario de Bitácora
Día 6 – 15:13 PM
Almuñécar, Granada📍36.735145, -3.685042
Con las fuerzas algo repuestas atravesamos el artificial del mar de plástico, un océano blanco que se extiende hasta perderse en el horizonte, como si la tierra hubiese tejido telarañas de reflejos. Dejamos atrás la Alcazaba, último suspiro de Almería, y entramos en Granada.
Pero los dioses del viaje no descansan: la visera del casco de mi padre se suelta en plena ruta. Improvisamos con esparadrapo, pegándola al lateral. Seguimos, más tercos que valientes.
A la altura del faro de Sacratif de nuevo desaparece mi padre del retrovisor: segundos que se alargan como cuchillos, minutos de nervios hasta que su voz irrumpe en el intercomunicador. Ha retrocedido en busca de sus guantes, arrancados por el viento. El cuerpo nos pide tregua, desgastados por los elementos, decidimos plantar bandera en Almuñécar, rendidos pero firmes. El viento sopla con violencia de poniente, y cada racha nos recuerda que hoy no mandamos nosotros. Ahora nos hallamos en el Mesón Herrera: comida honesta, trato cálido. Anotamos mentalmente volver.
📓 Diario de Bitácora
Día 6 – 21:43 PM
Almuñécar, Granada📍36.730895, -3.694986
La tarde nos conduce al Peñón de San Cristóbal y al majestuoso Castillo de San Miguel. Desde allí, el viento ya es un rugido. En la playa, la bandera roja ondea con orgullo: nada de baños hoy. Sólo nos queda observar el furor del mar. La jornada termina en la penumbra de una habitación de hostal. El cansancio nos arrastra, pero también la certeza de haber sobrevivido al sexto capítulo de este viaje.
Cierro estas líneas con una sombra de ironía: al intentar guardarlas, he perdido por error las del diario de mi
hermana.
El viaje, hoy, ha decidido ponernos a prueba desde el primer kilómetro. Pero viajar no siempre es avanzar: a
veces es tropezar, detenerse, perder algo… y entender que en ello está la verdadera aventura. Mañana nos vuelve
a esperar la carretera.

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